marzo 23, 2009

"Aunque mal gastes el tiempo sin mi cariño"



por: Füguemann

Era sábado. Estaba sentado, perdido en la nada. El teléfono sonó. Contesté. “Vamos a Toluca, va a haber un toquín”. ¿Cuál?, pregunté. “Uno muy chingón, te va a gustar”. Cuando accedí no sabía lo bien que se la puede pasar uno. Me cambié, el día estaba nublado y no tenía nada mejor que hacer, era un puente largo. Tendría que trabajar hasta el martes y la ciudad parecía vaciarse.

Todo marchaba en orden. Cuatro amigos, incluido mi hermano, viajábamos en dirección a la capital del Estado de México. Justo pasando una de las casetas más caras del mundo, lo peor parecía avecinarse. El auto comenzó a perder fuerza. Al estacionarnos un olor a quemado se hizo presente. “Puta madre, se chingó el clutch ¿y ahora?”. No sé.

De inmediato llegó una grúa de los Ángeles Verdes. Nos empujó hasta La Marquesa. Dejamos el carro: no importaba regresar en la madrugada por él. El conductor se ofreció a llevarnos hasta la zona del Aeropuerto. Previo acuerdo económico, aceptamos. Viajamos en la parte trasera de su vehículo que esta descubierta. Toluca es un lugar muy frío. Por fin llegamos. Los revendedores aparecieron. Hasta mil pesos por boleto. “Están pendejos” dijo mi hermano. Una chica se acercó, me sobran dos, se los doy al precio. Cuánto, pregunté. “Doscientos varos”. Le pagamos.



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Por quinta año consecutivo la marca Marlboro realizó el festival de música Mxbeat. Ésta cigarrera que pertenece a la compañía Phillip Morris, y qué en México se distribuye por CIGATAM, empresa subsidiaria que para variar pertenece al grupo CARSO de Carlos Slim, dio muestra de cómo acercarse a sus sector más fuerte que es el de los jóvenes.

Y es la quinta vez que ocurre esta fiesta en ciudades como Guadalajara, Puebla, Monterrey y Toluca. No porque la cigarrera este muy interesada en la música; sino porque desde el 20 de enero del 2004 entraron en vigor las reformas a la Ley General de Salud sobre la Publicidad de Tabaco. Estas reformas contemplan prohibir toda publicidad relacionada a la industria tabacalera en radio, televisión, salas cinematográficas donde puedan acudir menores de edad, eventos deportivos y muchos otros lugares más.

Pero aquí en Centro Dinámico Pegaso las restricciones al interior del evento fueron las mínimas. El humo de cigarro se perdía entre mota y neblina. La temperatura descendía mientras los cuerpos danzaban y N*E*R*D, PRIMAL SCREAM, ETIENE DE CRÉCY, entre varios artistas más, reventaban el inmenso escenario con la fuerza de su música.

No se escatimaron gastos. La compañía organizadora tiene claro que si las leyes no le permiten publicitarse a través de los medios, deben buscar alternativas donde gastar los 500 millones de dólares que se destinaban hace algunos años a medios electrónicos (radio y tv). Y aquí no fue la excepción

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En el Mxbeat lo que sobra es fiesta y bebida. Cerveza, Brandy, Vodka, Whisky a precios muy baratos. Una cerveza (que en realidad son dos) por sólo 20 pesos. Lo demás 40 pesos por litro. No hace falta contar como terminaron la mayoría de los asistentes.

Según datos la Secretaria de Salud, en México el tabaquismo es la causa de 60 mil muertes cada año. Por eso las autoridades han tenido que implementar nuevas leyes que ayuden a disminuir el consumo del tabaco, que hoy en día es un problema de salud pública, sobre todo en los menores de edad que hoy suman alrededor de 14 millones en todo México, estos infantes comienzan a fumar desde los 10 años. Un ejemplo es la Ley de protección a los no fumadores que entro en vigor en el Distrito Federal el año pasado.

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“Me vale madre, yo no fumo Marlboro, a mi me gustan los Camel” oí decir un joven que fumaba a mi lado. Su aspecto era como el de casi todos: jeans y tenis. Bien abrigado. Con cigarro y vaso en las manos. Y es que para muchos que la fiesta sea de Marlboro, tan solo es un pretexto para escuchar a lo mejor de la música en la escena internacional, y la tabacalera tiene para pagarlo.

Si la fiesta en si fue barata no se diga de las drogas. Mariguana, Cocaína, Extasis (Cristal) y LSD por unos cuantos pesos. Los jóvenes también son el mayor mercado de las drogas sintéticas, y que mejor lugar para vender y consumir que un festival como este. Pero entre “chavos” esto no espanta. Fumar marihuana es de lo más común, ni siquiera todos los elementos de seguridad que contrataron se molestaban en apagar los “toques” o decomisar las “tachas”.

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Para nadie es nuevo que México dejó de ser sólo un puente para la droga que lleva como dirección los Estados Unidos. En los últimos años el consumo de las drogas en este país se ha incrementado. En la última Encuesta Nacional de Adicciones el consumo subió de 3.5 millones en 2002, a 4.5 millones en 2008. Por eso las drogas hoy en día espantan a pocos.

En Toluca, a dos grados de temperatura, la fiesta se llevó en paz. “No bronca ni agresiones por que la gente se viene a divertir” me decía Adrián “lo que se meta cada quien es su pedo, pero la banda es relax”. Sus ojos parecían disminuidos en tamaño y advertían el efecto de todo. Lo bebido, lo fumado y lo inhalado.

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Después de haberse pasado una fiesta “increíble” todo volvió a la normalidad. El estacionamiento se vaciaba entre la estela y el inmenso nubarrón de polvo que dejaban los carros a su paso. El viento arreciaba gélido y despiadado. Atrás quedaba una campaña mercadológica exitosa en cuanto a su objetivo: acercarse a los jóvenes, un festival lujoso y sin restricciones, pero lo mejor de todo era la euforia de tantas almas bailando al ritmo de beat. Delante tan sólo se cimbraron más dudas…

¿Hasta dónde serán capaces de llegar estas compañías por seguir vendiendo?

Después alguien se ofreció a llevarnos hasta la marquesa. En la madrugada llamamos a una grúa. Tuvimos que esperarla alrededor de 20 minutos. Era un lugar bastante oscuro. Después de todo, fue cuestión de tiempo para llegar a casa.

marzo 21, 2009

marzo 18, 2009

La ciudad del caos y sus criaturas fantásticas

Recorro esta ciudad del caos. El Metro podría ser la versión moderna del infierno. Túneles enmarañados laberintescamente, escaleras ordenadas cual pintura surreal, gusanos naranjas engullendo a más de mil 400 millones de personas cada año, bien cocinadas al vapor del subsuelo.

Aquí los hombres buscan desesperadamente saciar la lujuria de su sexo, misma que es tan conocida y evidente que deja lo concupiscente para ser simple vulgaridad. Los machos entablan peleas feroces, con miradas de muerte y codos de hierro, con tal de arrimarse a las mujeres, sentirlas lo más estrechas posibles, las manos siempre abajo, las miradas aparentemente perdidas, pero las desvisten y se las cogen en la mente. Cuasi humanos que viven en el subsuelo, seres que viven esperando la hora pico.

Por eso al Metro casi no bajan mujeres con falda, menos si son modelos y/o primeras mandatarias de Francia. Aunque igual no se salvan y quienes las ven pasar no pueden evitar el tartamudeo y echar una que otra mirada lujuriosa.



Me gusta reventarme los tímpanos mientras camino, con la música a todo volumen dejo de escuchar al ambulante que me vende “el disco de moda” con las canciones de siempre, no oigo a la que arrastrándose me pide una méndiga moneda, ni al taquero que desesperado anuncia el 3 por 2.

No, no escucho al que desganado me ofrece uno de los 600 volantes que debe repartir, sólo oigo el beat cada vez más feroz y estridente de Daft Punk. Pero tendría también que cerrar los ojos –y andar así es muy complicado- para no mirar a esa señora hurgando en los botes de basura del Centro Histórico. Una señora bien vestida, nada de harapos.

“Es la crisis”, pienso.

El beat cesa. Se rompe mi burbuja. Se acerca un tipo y me dice “Soy filósofo”, su acento lo evidencia pero igual aclara, “Vengo de Cuba. Mira, tengo aquí tres joyas de la filosofía”. Me muestra sus libros.

Dice que llegó hace mes y medio y que la ha pasado muy mal. “Soy filósofo ¿sabes?, pero estoy en busca de la sopa, tengo mucha hambre”. Sólo tengo 4 pesos, se los doy. Desaparece con su negrura caribeña.

Sigo por las calles. Francisco I Madero me da vergüenza, Gante asco. Kentucky, McDonal’s, Sushi Roll, Starbucks, Subway, ninguno vende sopas. Pero ah cómo venden.

Y ah cómo gastamos. “Cuál crisis”, pienso. Hasta parece que todos somos ministros de la Corte. Quizá por eso los del PAN propusieron una reforma Light de la Ley de Salarios Máximos, como ven la manera absurda en la que el mexicano gasta, comprando hamburguesas descongeladas del Burguer en vez de preparar algo en casa y llevarlo, pues piensan todos ganamos los 300 mil pesos mensuales de los ministros de la Corte.
Recuerdo a Benedetti cuando dice “vergüenza tener frío / y arrimarse a la estufa como siempre / tener hambre y comer […] da vergüenza el confort / y el asma da vergüenza”.

marzo 08, 2009

La ruta natural

Desorden


I. Hace dos semanas…

Un sábado por la tarde, un ciclista y un policía fueron los protagonistas de un pequeño desorden público. El ciclista paseaba acompañado de un amigo por las calles de Gante y Madero, en el centro de la Ciudad de México cuando un policía lo detuvo con el pretexto de que la precontingencia ambiental prohibía actividades al aire libre.

Se hicieron de palabras, forcejearon, al lugar llegaron más policías y se juntó un considerable número de mirones. El policía olía a alcohol.

El ciclista saco una cámara de video y comenzó a grabarlo todo. Por azares del destino, me tocó observar el percance y saqué mi teléfono celular para captar la escena. Muchas personas más hicieron lo mismo que yo: comenzaron a grabar la escena, lo que probablemente evitó que el percance pasara a mayores.

Más de media hora transcurrió desde que el policía alcoholizado se hiciera de palabras con el ciclista hasta que la turba de gente se dispersó del lugar. Curiosamente, la bicicleta fue incautada y una camioneta de la policía preventiva se la llevó, junto con el policía que comenzó con la discusión.

Imposible conseguir su testimonial, un poco difícil conseguir algunas palabras de los demás policías, sin embargo un “Estamos cumpliendo con nuestro deber de proteger a la ciudadanía” por parte de una mujer policía fue todo lo que obtuve. A pregunta expresa sobre su compañero con aliento alcohólico, la mujer se dio vuelta y comenzó a mover los brazos y a hacer sonar su silbatito para agilizar la circulación.


II. Hace una semana…

El 28 de febrero pasado, un muchacho de unos 20 años fue protagonista de un pequeño desorden público dentro de las instalaciones de la estación Hidalgo del metro. Tal vez accidentalmente chocó con un usuario quien, exaltado, comenzó a gritar y a pedir auxilio, pues había sido víctima de un robo. Era día en que millares de personas llegan a esa estación para acudir a la iglesia de San Hipólito a darle gracias a San Judas Tadeo, santo patrono de las causas difíciles.

Los policías aparecieron inmediatamente, alcanzaron al presunto delincuente y tras una breve corretiza le dieron alcance, lo amagaron con una sutil violencia controlada y lo trasladaron a la moderna caseta de vigilancia. Se hicieron de palabras, discutieron, el chavo intentó desafanarse de la situación y casi estuvo a punto de correr, pero los cuatro policías, las videocámaras y una rueda de gente que lo observaba interrumpieron sus ganas de huir.

La autoridad lo obligó a poner todas sus cosas en el escritorio, el joven sacó una cartera, un llavero y uso papeles y los depositó en el lugar indicado. Para bien o para mal, afortunada o desafortunadamente, el acusador no estaba por ningún lado, y el acusado, con cierto dejo de frustración en su mirada, permaneció detenido.

Ya afuera del metro, entrevistando a los visitantes, Miguel Sánchez me dijo que iba a San Juditas porque gracias a el salió del reclusorio. El santo y la ley lo absolvieron de un robo a mano armada.

III. Apenas antier…

Como consecuencia de un conflicto verbal entre automovilistas y trabajadores de las obras de aplicación de concreto hidráulico en el Circuito Interior, tres trabajadores resultaron heridos, y de ellos, Daniel Barrera Arellano, topógrafo de 28 años, falleció por un balazo en el costado izquierdo del pecho apenas hace unas horas. Estuvo en el lugar y en el momento menos indicado. Ellos, los asesinos, aún siguen libres a pesar de que las averiguaciones previas y la investigación policial han arrojado retratos hablados y han logrado ubicar a la camioneta en la que se trasladaban quienes balearon a Daniel Barrera.

El jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard Casaubón, aseguró que se hará justicia y que el mismo gobierno de la ciudad apoyará en todo lo posible a la familia del hoy occiso.

Apenas ayer también se daba la noticia de la dimisión del ahora ex Secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, quien fuera protagonista de un pequeño desorden político que le costó el puesto. Sin embargo, el precio fue relativamente bajo: ahora es asesor económico de Felipe Calderón.

San Felipe de Jesús y un aparato político visiblemente defectuoso lo absolvieron de toda culpa.


IV. Mañana…

Los conflictos y desórdenes seguirán, algunos estarán en boca de todos, algunos otros no se sabrán jamás.

La controversia sobre mantener o no el cobro de la tenencia, el Senado de la República pidiéndole al gobierno que intervenga en el caso Banamex, la dudosa e ineficiente guerra contra el narcotráfico, los miles de millones de dólares que el Banco de México ha venido subastando sin que la situación financiera mejore, la eterna discusión, reavivada hoy con la declaración de Felipe Calderón sobre la culpabilidad de los drogadictos norteamericanos en el aumento del narcotráfico... son sólo algunos de los “desórdenes” que están en boca de todos… para pasar al olvido y al carpetazo en unos días en el país del eterno olvido.

Usted, apreciado lector… ¿prefiere darle carpetazo a los problemas que nos afectan a todos por igual, o, en cambio, como el ciclista, prefiere alzar la voz y, por lo menos, poner en evidencia a un policía ineficiente y a un sistema igualmente deficiente?

Desde la redacción,
Ocelote.

marzo 07, 2009

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NOTA: perdon por el pésimo cartón pero las prisas y otros proyectos ocupan mi mente, prometo algo mejor para la próxima... por cierto, feliz cumpleaños UAM

marzo 05, 2009

Sobreinformación

El tiempo es escaso para escribir unas líneas. Este espacio ha funcionado bien, acaso mejor de lo que esperábamos (832 visitas en el primer mes, y que quede documentado). Esto a uno lo motiva, pero sólo tenemos 24 horas por día… muy poco para decir todo lo que se quiere y requiere.

Desde mi última columna varios temas se han entumecido en mis dedos torpes sobre el teclado.

Primero los perros consejeros electorales que se aprobaron un incremento salarial, para así percibir 330 mil pesos mensuales, el doble de lo que gana Felipe Calderón. Y es que con esas pretensiones absurdas, fuera de lugar y ofensivas tumban lo que a pica piedras se ha venido creando: un organismo electoral con representación ciudadana. En la génesis del Instituto Federal Electoral (IFE), con la creación de la Comisión Federal Electoral en 1977, éste órgano no era sino un paladín del gobierno priísta, avalando cualquier elección. Es hasta el 11 de octubre del 90 que se crea como tal el IFE y junto con él el Tribunal Superior del Poder Judicial de la Federación (TRIFE), pero aun había candados pues tenían que ser consejeros magistrados. Cuatro años más tarde se crea la imagen de consejero ciudadano y finalmente hoy son consejeros electorales. Pero todo este proceso parece no haber servido sino para crear otro foco de corrupción y prepotencia, una burbuja más -dentro de nuestra burocracia de mierda- que se aleja liviana del bienestar ciudadano. Afortunadamente dicho incremento salarial no se llevó a cabo. Afortunada o quizá torpemente, porque uno de los consejeros tuvo el descaro de afirmar que por tratar de hacer las cosas transparentes se hizo todo el escándalo, léase “si queremos nos lo aprobamos y ni cuenta se dan”.

Pronto este tema pasó. Los consejeros del IFE siguen ganando cerca de 200 mil pesos mensuales, los magistrados de la Corte más de 300 mil y ya no quiero seguir con la lista, coraje me da.

Otro tema parecía agilizar mis articulaciones de la mano. Mujer Otomí acusada de secuestrar a seis afis. Leo el reporte que hace el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh): Resulta que el 26 de marzo de 2006 elementos de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) -creada en 2001 por el actual secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna- ingresaron a Santiago Mexquititlán, al sur de Querétaro. A los pobladores les arrebatan su mercancía alegando que se trata de piratería, ellos protestan y al lugar llegan el agente del Ministerio Público (MP) federal con sede en San Juan del Río y el jefe regional de la AFI. Les dicen que van a responder por esos bienes y se retiran, dejando, por órdenes de las autoridades, como garantía al agente Jorge Cervantes. Luis Arriaga Valenzuela, quien encabeza el Prodh, asegura que el AFI todo el tiempo estuvo comunicado y nunca fue violentada su integridad.

En eso la señora Jacinta Francisco Marcial, mujer Otomí de 42 años, quien tenía un puesto de aguas frescas, pasó por la zona. El fotógrafo de un medio local la capturó con su cámara.

El 3 de agosto de 2006 el MP llama a Jacinta, le dicen que tiene que ir a responder por la poda de unos árboles. Mentira, es acusada (junto con otras dos mujeres) de secuestrar a seis afis, ¡seis de la AFI! ¡Por díos! ¿Han visto a eso monigotes? No son los chaparros gordos y/o viejos de la policía auxiliar, no, claro que no. ¿Y ahora resulta que Jacinta los secuestró? No me jodan.

Desde esa fecha (agosto de 2006) fue aprehendida, sin embargo apenas el 19 de diciembre de 2008 fue sentenciada a 21 años de prisión y una multa de 91 mil 620 pesos. Para mayor inri, doña Jacinta fue juzgada en español, lengua que ella no dominaba, y nunca tuvo acceso a un traductor. A más de dos años de dos años de estar privada de su libertad, hoy en día ya habla español lo suficiente como para entenderse con otras personas, asegura Luis Arriaga Valenzuela, quien encabeza la Prodh, organismo que se ha ganado el reconocimiento por su lucha a favor de los derechos humanos y mismo que ha asumido la defensa legal de Jacinta.

Hay mucho qué opinar al respecto: que se acuse a una mujer indígena de 42 años de secuestrar agentes federales de investigación es un insulto a la inteligencia, un absurdo más de nuestro sistema de justicia fallido; y hay que sumarle discriminación, abuso de poder… hay tanto que me encabrona y no se puede escribir porque pronto otro tema salta a los reflectores mediáticos.

Finalmente a Luis Téllez lo renuncian. Todo mundo sabe que a causa de los carpinteirazos y la presión de los medios, no tanto porque Calderón lo haya querido sacar, después de todo él (Téllez) fue quien dio la cara por el Gobierno Federal cuando lo de la muerte de Mouriño. Quizá por eso lo corrieron pero se queda. Su premio de consolación es ser asesor de presidencia.

Qué tendrá Luis Téllez que seduce tan bien a los más poderosos. Primero a Salinas, su mentor, a quien acusó de robarse la partida secreta y ahora, a pesar de esa traición, a Calderón. A poco sí es tan indispensable.

Pero quiero pensar bien. No sugeriré que tiene información privilegiada entorno al Learjet 45, ni que este cambio es sólo un enroque obligado que Calderón realizó para no perder más posición en el juego de poderes. No, esta vez pensaré positivamente. Seguramente no fue una salida forzada, sino que Luis Téllez realmente quería alejarse del gobierno, esperando que así la historia lo trate mejor luego de esta administración, por lo que aprovechó la turbulencia para dimitir. Y también seguramente Calderón se sintió tan contento de poder meter a otro incondicional a su gabinete, que cuando se dio cuenta que Horcasitas no tiene la más mínima idea de lo que se hace en la SCT, encontró en el mismo Téllez la solución.

Lo que es seguro es que Calderón pierde cada vez más el control de su gabinete. Ya sea el de Economía (como sea que se llame) siendo más catastrofistas que los catastrofistas, o García Luna acusado de proteger sólo a los sinaloenses, o la SCT y su autoespionaje, o Elizondo contra los medios de comunicación, o la SRE que vive en un México sin violencia, o Hacienda que el mar le queda como un charquito.

Lo que es seguro es que mañana habrá otro escándalo, y luego otro y otro, estrechando más las horas para escribir, entumeciendo los dedos ante la consternación y la rabia, rebasándonos, rebasándome, ya por la derecha ya por la izquierda.

Colaboración especial

El corrido en México
Por. Gabriel Orozco Maldonado

Foto: Los alegres del Barranco, un grupo de valientes que le canta al pueblo. Gabriel Orozco

Hablar de los corridos en México es hablar de un efectivo medio de comunicación informativo y educativo, pero también de exaltación de los valores de la vida delincuencial, en la que la vida de un mafioso, dueño de un cartel de la droga, un sicario o hasta policías corruptos, son dadas a conocer de una forma graciosa y hasta pegajosa, que aparentemente no reviste la mayor importancia, pero ¿realmente no la tiene?

El corrido empieza a tomar forma en la Guerra de Independencia (1810-1821), y de ahí a lo largo de la Revolución Mexicana (1910-1921) y las revueltas religiosas o caciquiles (1926-1934) originadas por el nuevo orden político. Toda esta revuelta nostálgica que ocasiono la guerra del México Bronco propicio que el género prosperara y adquiriera los conocidos tonos "épicos" que tanto se resaltan, así como la estructura narrativa en tres instancias antes mencionada, produciéndose el grueso de los ejemplares vivos, que se refieren a líderes revolucionarios, religiosos o populares, así como sus hechos o, incluso, su "martirologio".

En el nacimiento del radio como medio comercial y en el desarrollo de la televisión, así como el cine, se empiezan a escuchar a los cantantes de moda interpretando las canciones populares. Vicente T. Mendoza en su libro “El corrido mexicano”, editado en 1954, señala lo siguiente; “Tras popularizarse el radio y la televisión, el género ha evolucionado hacia un nuevo estado, aún en proceso de maduración, aunque la mayoría de los especialistas asegura que está muerto, o por lo menos agoniza desde entonces.

En esa obra, Vicente T. Mendoza, señala que los ejemplares vivos más antiguos del corrido son versiones transculturadas de romances españoles o leyendas europeas, relativos sobre todo a amores desgraciados o sublimados, así como a temas religiosos. Éstos, que incluyen (entre otros) "La Martina" y "La Delgadina", muestran las mismas pautas estilísticas básicas que la mayoría de los corridos posteriores (tiempo de 1/2 o 3/4 y composición literaria en "verso menor", es decir, versos de ocho o menos sílabas fonéticas, agrupados en estrofas de seis o menos versos).

Con la consolidación del "Presidencialismo" (orden político instituido tras la Revolución Mexicana) y el éxito de los medios electrónicos de comunicación masiva, el corrido perdió mucho de su papel informativo, volviéndose, por una parte, un ingrediente del culto folclorista, y por otra, en la voz de los nuevos subversivos: trabajadores oprimidos, productores y traficantes de drogas; activistas de izquierda, campesinos emigrantes (sobre todo a EE. UU.). Los corridos son considerados por los académicos la etapa "decadente" del género, que tiende a borrar las características estilísticas y estructurales del corrido "revolucionario" o tradicional, sin mostrar aún una pauta clara o unificada de evolución.

Esto es representado sobre todo por el "narcocorrido", canciones dedicadas a figuras relacionadas con el narcotráfico, muchas veces ordenadas y pagadas por ellos mismos a músicos y compositores. (Véase: Música mexicana moderna y contemporánea).

Nuestro país subyace en una ola de sangre, impunidad, es hablar de grupos criminales en diversas zonas del país, que han dividido en una geografía criminal nuestros días y noches. Este 2009 pinta muy negro o quizás seria mejor decir que muy rojo, Nayarit aún tiene un vestigio de inocencia pueblerina, se puede palpar al caminar por las calles, recuerdo que un profesor muy querido que impartía teoría económica en la facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Nayarit, Mario Torres, decía; “Los nayaritas somos como reinas de la primavera, en cada esquina hay siempre un saludo para un peatón o automovilista, pues somos un rancho grande”.

La verdad no creo que lo dijera de forma despectiva, sino era una manera de establecer el gran lazo humano que prevalece en nuestro Nayarit. Con la presencia de lideres de narcotraficantes en la entidad, la seguridad de los ciudadanos está en riesgo, el CEFERESO ha sido habitado por personajes de alto poder económico y político, esa combinación es muy explosiva y sino se hace algo podríamos convertirnos en un estado de sitio.

Los narcocorridos empiezan a ser tomados en cuenta por agrupaciones locales que son tentadas por personajes con dinero que han llegado a la entidad; es importante evitar la propaganda barata, porque no sólo estamos hablando de un cartel de la droga o un personaje afín a esta plaza, sino que ya hay elementos que nos hacen presumir la presencia de otros grupos, que están equipados con sus cuerpos jurídicos y delincuenciales, que gustan también de que se enaltezcan sus “acciones”, por ello es importante tomar en cuenta la experiencia de representantes y promotores de otros estados de la república, por ejemplo; El Representante y promotor de la agrupación sinaloense de corte norteño “Los Alegres del Barranco”, Enrique Ochoa, quien comentó que en estos tiempos violentos cantar corridos puede costarle la vida a un cantante o a una agrupación completa, tal como se ha dado en otras zonas del país.

Por ello Los “Alegres del Barranco” a pesar de algunas sugerencias de personas que gustan de que les hagan corridos, mejor se abstienen y cantan corridos ya reconocidos, pues el riesgo es latente, y nunca se sabe en que momento alguien que no aprueba una letra pueda salir a reclamar o atentar contra la integridad del artista.

El caso de “Los Alegres del Barranco” es singular, pues a pesar de todo el éxito que tienen, siempre han estado en el ojo del huracán. Los integrantes de esta agrupación nacieron en Badiraguato, Sinaloa, en un ranchito llamado San José Del Barranco, de ahí bajaron a la ciudad de Culiacán, Sinaloa, en busca de progreso y en la música lo iban a conseguir.

Enrique Ochoa comentó que, transcurría el año 2005 cuando un muy buen amigo de la familia les regalo a los muchachos sus primeros instrumentos con los cuales empezaron a darle duro, y en una fiesta de 15 años les dieron la oportunidad de tocar cuando estaban descansando los del grupo estelar de la noche.

Los chavales se animaron y a la gente les gusto el estilo de los jóvenes y ahí fue donde poco a poco empezaron a destacar en las melodías norteñas. Con un gran desempeño se empezaron a conocer un poquito con los corridos "El Panal" y “Hasta Naranjas Vendía” o también llamado "El Chabalon", corridos inéditos de estos muchachos, que han sido grabados algunos grupos regionales.

Los integrantes de Alegres del Barranco son: Armando Moreno Álvarez, 24 años de edad (primera voz y bajo sexto) José Pavel Moreno serrano, 25 años de edad (acordeón segunda voz) José Carlos Moreno Álvarez, 19 años, (bajo) y Cristóbal Reyes López, 28 años de edad (batería).
Este grupo es uno de los considerados fuertes en la zona del pacifico, pero ellos saben el riesgo que es cantar en el lugar equivocado (Valentín Elizalde). Enrique Ochoa le recomendó a los grupos locales a no dejarse llevar por el dinero fácil, pues llegara el momento que tendrán que decir que no, y “ese no” puede ser tornarse “eterno”.


El perro de la sierra no teme cantar corridos


Foto: El perro de la Sierra no teme cantar corridos. Gabriel Orozco.

Otro de los cantantes que se escuchan en la radio nayarita con gran éxito, es el cantante apodado “El Perro de la Sierra”, cuyo nombre en realidad es el de Alejandro Ortega, mismo que es originario de la colonia Moderna, municipio de Santa María del Oro, pero residió por mucho tiempo en los Estados Unidos, particularmente en las Vegas.

“El Perro de la Sierra” tiene una trayectoria de siete años interrumpidos de éxitos. Este cantante recorre actualmente la zona del pacifico mexicano, su público es variado, pero los estados de Sonora, Sinaloa, Michoacán, Oaxaca, Jalisco, y claro, Nayarit, han servido para que los promotores pidan sus servicios artísticos, ya que los llenos en los palenques y bailes están asegurados. Alejandro Ortega es un tipo frontal, sin caretas ni nada que ocultar, al pan, pan, y al vino, vino.

Al cuestionarle el porqué cantaba corridos, entre ellos de narcotraficantes, fue muy contundente y directo; “yo canto lo que la gente me pida, yo me desvelo y doy mi físico para que las personas estén contentas, yo no tengo ningún problema en grabar tal o cual tema, pues el pueblo es lo que me pide, y yo soy pueblo, con decirte que yo cantaba arriba de un burro en mi rancho cuando era niño”. ¿Cómo has sentido en México a los seguidores de los corridos? “mira hay de todo, hay raza muy alborotada, que anda tomada, o no se, pero hay que darles por su lado”.

¿Qué haces cuando tienes que ir a alguna plaza que es dominada por algún grupo delictivo, y de repente en tu repertorio traes algún tema de los rivales o antagónicos? “Pues, sí tenemos cuidado, y antes de cantar un corrido pedimos permiso a los presentes, y con todo respeto la interpretamos, de hecho tratamos de que nadie se vaya sentir ofendido, por alguna canción o corrido, y para bajarle optamos a veces por cantar alguna cumbia”.

¿Tú cantas algunos corridos por encargo? “Mmm… nunca me ha tocado cantar un corrido así, me han ofrecido varios corridos, pero yo ocupo hablar con la persona o los familiares a quien se refiere el corrido para ver si se puede cantar; me tocó en Nayarit el ofrecimiento de cantar un tema de un “conocido personaje del gobierno”, cuyas circunstancias personales fueron muy conocidas, pero me reservo el nombre, pero ya tendrán noticias”.

Sin duda, los corridos son algo muy querido y apreciado por los mexicanos en el exterior y dentro de la nación, porque nos remontan a épocas y momentos determinados de la vida de este país tan sufrido y lleno de historias que engloban justicias e injusticias, aunque más las segundas.

El caso especifico de Nayarit es muy peculiar, ya que ha sido un estado que ha acogido los corridos como propios, y así han surgidos varios cantantes que hoy son leyenda, como, Chalino Sánchez, El Gallo Elizalde, Valentín Elizalde, Lalo Mora, entre otros, quienes desarrollaron su manejo de escenarios en Nayarit, y luego en otras latitudes, por en la tierra de Coras y Huicholes, los artistas son respetados, a diferencia de lo que pasa en Tamaulipas y Michoacán, lugares en los que los cantantes han sufrido ataques que les han costado la vida, por ejemplo; Zayda Peña, de la organización Zayda y los Culpables, Sergio Gómez, vocalista del grupo K-Paz de la Sierra, y Valentín Elizalde, mientras que otros como Lupillo Rivera se han salvado de morir a manos de los capos que no comulgan con su mensaje.

En otras entidades de la republica se han tomado medidas, por ejemplo; fueron sancionadas 71 estaciones de radio por haber transmitido narcocorridos en los estados de Sonora, Sinaloa, Guanajuato, Distrito Federal, San Luis Potosí y Colima, entre otros.

Lo anterior fue en base a la Ley Federal de Radio y Televisión, de 1961, que en su artículo 63 prohíbe las transmisiones que causen la corrupción del lenguaje y las contrarias a las buenas costumbres, ya sea a través de expresiones maliciosas o haciendo apología de la violencia o del crimen.

Los corridos a pesar de la censura de los medios de comunicación y el gobierno continuaran muy vigentes porque es una forma de expresión muy propia de los mexicanos, sin embargo, todos los extremos son malos, ya que por otra parte se idealiza al criminal, al asesino, al mafioso; las nuevas generaciones escuchan las “heroicas” historias y se ven reflejadas en ellas, ¿porqué?

Para contestar esa pregunta habremos de trasladarnos a la sierra nayarita del Nayar, la Yesca, Acaponeta, Ruiz, Rosamorada, ahí veremos que esta pasando, la respuesta a la ola de violencia que se vive en el país, es verdad, son los menos, pero el hambre es dura, no hay educación (el gobernador en carne propia vio el desden de sus funcionarios encargados de dotar de instalaciones dignas a los habitantes de esas zona serranas; además del cinismo con que algunos personajes se dicen maestros en las quincenas, mientras que en la realidad no se han parado a las aulas a trabajar) y la paciencia del jornalero, del campesino, de su familia llega a un límite.

Esperemos que la sociedad y el gobierno en conjunto se ocupen para lograr un mejor desarrollo de las nuevas generaciones, pues son los jóvenes de México que no encuentran oportunidades los muertos en las más de 5 mil 661 ejecuciones que se dieron en el 2008 en el país, muchos de ellos tentados por el dinero y la ilusión de una mejor “vida” a cambio de matar o ser asesinados.

Nayarit es un oasis de esperanza en el mar rojo que baña el país, y ojala se trabaje con mayor fuerza los programas sociales, sino estaremos condenados a sufrir por los errores que se pudieron enmendar.

*Gabriel Orozco Maldonado tiene 10 años de periodista en el área de seguridad pública, es abogado, locutor, corresponsal nacional y la poesía en su vida es "una catarsis que me obliga a salir de este ente mundano".

marzo 04, 2009

Ciudad de Nadie

Crónica de un asalto frustrado



I.
A quién le importan los finales felices.
Es viernes. La gente anda a paso febril sobre el atestado corredor del estrepitoso metro Indios Verdes. El subterráneo es irrumpido por una ola humana que fluye con furor y se agiliza a marchas forzadas. Es asfixiante el brío de la corriente. Todos empujan para dirigirse a la intemperie y poder salir de entre la multitud.

Con arrebatos de angustia, los transeúntes chocan sus codos, como si fueran armas punzantes que desafiaran en cada empellón la capacidad de defensa brutal y crispante de ésta siempre tan perturbada masa citadina. Ruin y molesta ocurre la travesía. Hazaña que al mismo tiempo se vuelve perniciosa e ineludible.

Desde el resquicio de la salida “A” de la escalera del metro, se logra ver la media luz del imperioso anochecer. A lo lejos se escucha el vociferar de los vendedores que continúan sobre la avenida Insurgentes Norte ofreciendo sus artículos piratas, acompañando a los conductores que desde sus volantes aguardan el último turno de salida de sus desvencijados microbuses.

Ya afuera, sobre la vía pública, se vive el arte noctámbulo de los confines de la ciudad. Gente toreando coches encabritados, esquivando perros escuálidos, tropezando con los despojos desperdigados que arrojó el día comercial, eludiendo ancianos taciturnos, mujeres calmudas, y empujando a uno que otro despistado que pudiera entorpecer el abrumador desfile de la vesania capitalina.

La oleada humana se dirige hacia el paradero de autobuses como una mancha zombi. A lo largo de la oscura travesía se escucha el taconeo constante y presuroso de las figuras errantes que huyen de la escaramuza citadina. Las arterias urbanas se hinchan al ver correr esta inminente aglomeración.

Aquí es donde comienza a oler a desperdicios. Donde el puesto de carnitas exhibe sus últimos trozos de nana y de buche en la esquina de Insurgentes y la calle Colcháhuac, al lado de los baños Sanirent que cobran tres pesos la entrada a mujeres y hombres.

Pero de todo lo que se mira, hay algo que sobresale: el misterioso vaho que emerge de las coladeras y que gratuitamente puede percibir cualquiera que pase por la zona. Es un olor nauseabundo, enfermizo, originado por los desechos que los negocios itinerantes y los peatones se dieron el lujo de arrojar a lo largo del día.

II.
Los colectivos de la Ruta 51 que van rumbo al municipio de Ecatepec, esperan la indicación de salida. El anunciante lanza un agudo chiflido seguido de un “¡Súbale a la Estrella, sí hay lugar!” La gente sube con cierto orden, y ya estando arriba, se refugian uno a uno en los raídos asientos.

El microbús comienza a andar con cierta fatiga y los viajeros afianzados en el furgón, se vuelven sumisos ante el vaivén del subversivo viaje. Envainados en los pensamientos, es probable que se creen atisbos de llegar pronto a casa, cenar con la familia, ver a los amigos, o simplemente descansar de la ardua faena laboral.

Pero la larga travesía distrae a ratos el pensamiento con el corrupto paisaje. La luz tenue que refleja el alumbrado público en esta avenida resulta ser insuficiente, brinda incluso, una experiencia claustrofóbica.

Enfurecido, el motor del colectivo enmudece los timbres histéricos de los autos que transitan por los límites del Distrito Federal. La ruidosa aventura vehicular se aleja al subir la pequeña colina que separa los suburbios del Estado de México con la metrópoli.

A estas alturas la gente bosteza. Con las mejillas trémulas por el rítmico traqueteo, la mayoría queda absorta y entregada ante el cotidiano santiamén.

En la parte trasera del microbús se tiene un amplio panorama del trayecto. Los pasajeros que suben y los que bajan, los que platican, los que leen, los que duermen, los que observan…

A mi lado izquierdo se encuentra una chica ensimismada en sus auriculares que le hacen balancear las piernas y musitar una canción. A mi derecha, un adolescente con gorra y una mochila que aprieta entre sus brazos.

III.
Justo cuando comenzaba a sentirse la quietud del fin de semana, cuando la noche nos cobijaba entre su serenidad y la rutina terminaba con el trance de la urbe, la adrenalina se dispara súbitamente después de escuchar un enérgico: “¡Saquen la lana hijos de la chingada!”. El chofer del colectivo (perplejo) detuvo el motor y apagó las luces, tal como el agresor había ordenado.

Un tipo furioso había subido a asaltar nuestra tranquilidad. Debo confesar que si bien quedé atónita, lo primero que hice fue esconder el celular en la bota (afortunadamente ancha) y sacar el billete que me había quedado de la semana, porque ¿qué es lo que hace uno en estos momentos? Gritar-correr-resistirse, ¡imposible! Eres parte de la peripecia y como tal tienes que contribuir, de lo contrario, saldrás lesionado ante la funesta embestida.

A un chico de los asientos de adelante le sucedió. Obstinado, se resistía a entregar su cartera al maleante, quien terminó por golpearle la cien con el cañón de la pistola. Aquél quedó lisiado por el golpazo, y finalmente le entregó su billetera.

Con hoscos impulsos y el arma en la mano apuntando a las cabezas de los amedrentados pasajeros, el delincuente comenzaba a recorrer el angosto pasillo, dirigiéndose hacia el sillón de la parte trasera donde me encontraba yo, vulnerable, y con mis cincuenta pesos en la mano.

Entonces ¡oh, sorpresa! El chico de gorra que sentado permanecía a mi costado, se levanta valerosamente y con voz bizarra y el hálito desgarrado le grita: ¡déjalos en paz, cabrón! ¡Bájate! ¡órale hijo de tu puta madre o me cae que te plomeo! apuntándole decididamente con un arma que parecía más profesional que la del mismo asaltante, quien exaltado por el contra ataque, bajó ágilmente por la puerta delantera.

IV.
El huracán de adrenalina nos dejó paralizados. El chofer encendió nuevamente sus luces mientras que el joven audaz, guardó su arma en la mochila y enseguida bajó del microbús, deseándonos buen fin de semana.

¡Qué ironía! ¿De dónde habrá salido este “héroe anti-atracos”, “valeroso intercesor”, “Rambo guerrero”? ¿Por qué su intrépida intervención (catalizadora de ira) nos había librado de un inminente asalto, pudiendo pasar algo fatal?
Con la impotencia contenida entre los puños, un sabor agrio en la lengua, perplejo el corazón y la boca entreabierta, comenzó un silencio incómodo en este espasmódico espacio que duró hasta mi descenso.

En la Ruta 51 (como en muchas rutas de la ciudad de México) se ha quedado un olor a impotencia, delincuencia e inseguridad. A la esencia enfermiza que se disuelve entre diversas avenidas de la urbe.

No hubo heridos esta noche, ni muertes que lamentar (¿motivo de alegría?). Entonces, la artimaña del disimulo podrá continuar, como siempre en esta sociedad que "nada" lo ve, que todo lo vive…

marzo 03, 2009

La visita inesperada


Por Füguemann

La Visita

Hace un par de noches me visitó un viejo amigo. Su visita fue tan sorpresiva que aún no doy cuenta de ello. Llegó en una camioneta Blazer. Roja. Bien equipada. Uno de esos vehículos de procedencia americana que conforme pasan los años, se ven más y más circular por todo el territorio nacional.

Arreciaba el frío. Lo saludé. Bebía una botella de whisky. Escuchaba al Cártel de Santa. “Es el volumen prohibido”. Éste disco contiene temas que su autor “Babo", el vocalista, escribió cuando estuvo en prisión por asesinar a su compañero Ulises Nayit Buenrostro “accidentalmente”.

Alejandro cantaba “Dicen que son gánsters si no le han jalado. Dicen que son gánsters si nunca han robado. Dicen que son gánsters si nunca han bateado”. Se veía contento. Fumaba marihuana. Me platicaba de su vida. Hacía varios meses que no sabía de él. Parece que estuvo de viaje.

Unos años atrás

Los 28 años de vida que tiene Alex han sido duros. Creció sin una figura paterna. Es el tercero de cinco hijos. El varón mayor. La secundaria la dejó apenas al segundo año. Sus amigos siempre fueron mayores que él. Con ellos aprendió todo. Desde el cigarro hasta el robo. Lo que empezó como un juego para él, hoy es una realidad para su familia. Ha estado en prisión un par de veces. No por mucho tiempo. Cómo él dice, siempre ha corrido con suerte.

Su viaje

Calza tenis Adidas. Negros. Casi nuevos. “Me los compré en Colombia, en Bogotá”. Mi sorpresa creció ¿Fuiste a Colombia? “Sí a Colombia, cómo ves” ¿A qué? “No te puedo contar” ¿Por? “No puedo andar contando pero estuvo chingón el viaje, se gana buena lana”. Prendió un cigarro y bebió.

La trayectoria

El disco seguía tocando. Canciones cuyas letras transcurren entre drogas, asesinatos, celdas, pandillas, mujeres, sexo. “La pura vida real”. Alex empezó como todo ladrón inexperto. Primero los dulces y luego las cervezas. Pero la vida nos va enseñando. Luego fueron bicicletas, después auto estéreos, lap tops, y un sin fin de cosas más.

“Todo está arreglado”

“Lo mejor de Colombia son las viejas”. Su mirada extraviada, y unos cuantos tragos de whisky más, aligeraron sus palabras. Comenzaron a fluir como la noche. “La neta todo está pagado, el avión, el hotel, la policía, todo, lo único que tengo que hacer es llegar con las cosas hasta allá, donde me reciben a toda madre, hasta con viejas y toda la cosa”


Sigo atento. Nada me queda claro. Pero dime, ¿qué llevas? “Neta no te puedo decir, pero ya te has de imaginar, se necesita ser pendejo para no saber o imaginarlo”. No sé, repito. “ Lo único que te digo es que todo está bien organizado y no soy el único, me pagan entre 20 y 25 mil por viaje, está chingón y no hay pedo, la próxima me voy a comprar una moto”.

No quise saber más. Llevé la plática por otros temas. Hablamos de amores y amigos, de parrandas y fiestas. De esas cosas que se hablan en una camioneta roja, bebiendo, fumando y escuchando Hip Hop. Con un viejo amigo que hablaba de su vida.

Las noches en que pienso

Siempre he pensado que los juicios de valor se hacen aparte, y nunca son buenos. ¿Qué se hace cuando un amigo te abré su corazón? ¿Dónde queda el periodismo frente a la amistad? Lo sigo pensando. Muchas noches antes de dormir lo repaso todo. Lo vivido y lo aprendido. Creo que no hay escuela que lo pueda enseñar. Ni amigo que lo quiera aprender.

Alejandro tiene tres hermosas hijas. Todas con diferentes mujeres. “Las amo un chingo y quiero que tengan lo que yo nunca tuve, todo es de ellas”. No hay excusas contra los malos actos ni perdón por el destino de la vida. Sólo hay hombres de errores grandes y decisiones buenas.

¿Nosotros de qué lado estamos?

marzo 02, 2009

La ruta natural

Del Téllezgate y otros escándalos

I

Mark Felt murió hace poco más de dos meses, en diciembre del año pasado, a la edad de 95 años. Para quienes no reconozcan el nombre, Felt fue la “garganta profunda” en el caso Watergate, y quien filtró la información necesaria para saber que pasó, cómo pasó y en donde buscar pruebas certeras de las múltiples actividades ilegales durante la administración del presidente Richard Nixon.

Fue un eslabón importante para detonar el escándalo político que culminó con la dimisión de Nixon, el 8 de agosto de 1974. El otro eslabón fue un medio de comunicación: el Washington Post. Los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein fueron los elegidos para mostrar al mundo una serie de irregularidades y malas prácticas realizadas desde el interior del sistema político de los Estados Unidos.

Desafortunadamente, la capacidad de asombro se va diluyendo, y hoy, a tres décadas de distancia, los escándalos, espionajes y filtraciones se vuelven un lugar común.

El “pemexgate”, el “toallagate”, la sospechosa fortuna de Arturo Montiel, ex gobernador del Estado de México, el “comes y te vas” de Fox y las grabaciones telefónicas que sostuvo el gobernador de Puebla, Mario Marín Torres con diversos personajes presuntamente implicados con pederastia y abuso infantil han sido sólo algunos de los escándalos protagonizados por servidores públicos de todos los niveles.

El más actual es el “Téllezgate”. Las grabaciones filtradas en un primero momento involucraban la vida privada de un miembro del gabinete presidencial (Luis Téllez, Secretario de Comunicaciones y Transportes), pero pronto el caso se agravó al punto de que el mismo presidente de la República estaba enterado del espionaje que se venía dando. El motivo: una lucha de poder entre dos de las empresas más importantes de Latinoamérica: Telmex y Televisa.

A diferencia del desenlace del caso Watergate, en México se le ha dado carpetazo a los distintos temblores políticos. Quienes debieran ser castigados permanecen en sus cargos, no se les juzga y continúan enriqueciéndose, en ocasiones a la vista de todos, en ocasiones en el anonimato.


II

México pareciera ser el país del eterno olvido, en donde sus habitantes se indignan, se enojan, juzgan, y tachan de corruptos y ladrones a los actores en turno de la tragicomedia de la política mexicana durante unos minutos, mientras los medios alimentan la hoguera política; pero apenas se diluye el barullo, los ladrones y corruptos pasan a formar parte de un difuso y lejano conflicto que la sociedad no alcanza a entender, y que prefiere pasar por alto.

El famoso “Si no pueden, que renuncien” se diluye en la corta memoria de la sociedad y pasa a ser un slogan vacío. La denuncia directa se evita, pues resulta deficiente y peligrosa para quien no tiene poder o dinero. La mordida sigue siendo moneda corriente, los coyotes en el MP también, la sociedad prefiere no alzar la voz y no señalar al narcomenudista, al corruptor de menores, al asaltante del barrio, a la narcotiendita, al policía corrupto. La sociedad sabe que es inútil, ya que el policía está coludido con el narcomenudista, la narcotienda esta protegida por la patrulla de la colonia y la sociedad esta amenazada por quien debería protegerla.

Luego entonces… es de suponer cuál será el desenlace de éste capítulo. Usted estimado lector, ¿en que cree que termine esta comedia donde Luis Téllez es actor principal?


Desde la Redacción,
Ocelote
Caricatura: Alan Rodríguez (http://alancaricaturas.blogspot.com)

marzo 01, 2009

Colaboración especial

Aquí no viene cualquiera:

Santa Fe, México


por José Noé Mercado



UNO


Acudo a Santa Fe por un siniestro. Una compañía aseguradora debe extenderme un cheque por concepto de daños automovilísticos a terceros. Yo soy ese tercero y aquí me encuentro, en el poniente de la inabarcable ciudad de México. En Santa Fe, que es vestigio de un pueblo hospital novohispano, minas y tiraderos, lo mismo que un elitista barrio financiero y concepto aspiracional y galáctico.



En Santa Fe, la exclusividad, la pretensión y la vanguardia es la idea. Por algo los corporativos transnacionales más poderosos, de capital mexicano o extranjero, tienen aquí sus oficinas en edificios inteligentes de diseño fashion y han convertido la zona en el conjunto urbano más importante y ostentoso de Latinoamérica.

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Pero, en Santa Fe, la marginación, la pobreza, el contraste, la problemática de comunicación vial y

el abastecimiento de agua, recuerda como un tatuaje en la piel que, después de todo, esto no es más que subdesarrollo.



Entre mayor opulencia y ostentación hay en el sitio, entre más notorio es el ánimo de primermundismo, más evidente resulta el tercer mundo al que pertenecemos. Aun cuando quien ahora hable de México deba referirse a un país en desarrollo, a una economía emergente. Que, en la realidad, para un porcentaje significativo de la población, se liga más bien a la emergencia.



DOS


Paso por detectores de metal y armas, un vigilante obeso me escanea y entonces ingreso en un edificio de cristal y acero. Aunque tiene decenas de pisos hacia arriba, desde donde todo, empezando por las personas, se mira pequeño, insignificante, iré hacia abajo.



Antes, me registro.



Una recepcionista rubia oxigenada y fresa me exige la credencial de elector. O mi carnet de conducir. Si no, no hay paso. Me da un gafete numerado de visitante. La extranjería queda señalada. Un par de policías vigila el proceso, escrutándome a la vez.



Un elevador de alta velocidad me sumerge cuatro niveles. Al salir, otro vigilante armado me pregunta si soy quien soy. Sí, le digo, pensando que quizás me atenderán de inmediato en la aseguradora. Pero no. Me interroga porqué bajé en ese piso, si debo ir a otro. Me hace saber que estoy en el lugar incorrecto, pero sobre todo que me vigilan a cada paso con cámaras ocultas. Onda reality show.



De nuevo, al ascensor. Aunque igual bajo.



Ahora entro en una oficina que tiene cómodos sofás de cuero para aguardar turno y cuadros abstractos, que pueden significar cualquier cosa, en las paredes. Me siento, me hundo. Así, el corporativo y su gente se ven más grandes. Hojeo una revista. Ojeo un artículo que explica que la principal generadora de valores, en la actualidad, es la empresa. Atrás dejó a los medios de comunicación, a la familia, a la iglesia. La oficina, ahora, forma o deforma al individuo. Ella, más que nada. Tiene lógica. Pertenecer o no pertenecer. A eso se reduce el dilema.



Por fin llego a una de las numerosas ventanillas, todas de cristal, seguro antibalas, para ser atendido. A mi derecha, un tipo trajeado y robusto desea cambiar las condiciones de su póliza para pagarla en dólares y saca de un portafolios de combinación electrónica varios fajos de billetes verdes. A mi izquierda, una señora de mediana edad discute, acalorada, su caso. Yo tiendo mis documentos a una chica pelirroja y con exceso de maquillaje y me limito a esperar ahí, de pie. Ella lee mis papeles y llena a mano unos formularios y les pone sellos, mientras, sin mirarlos, se pone de acuerdo, en código, a dónde irá a comer con sus compañeros, quienes al fondo, en cubículos desmontables, están enchufados a sus computadoras y a micrófonos de diadema. Listo, me dice, sin verme, vuelva en tres horas y podrá recoger su cheque aquí mismo. Imposible ir y volver en ese tiempo, que es el que a causa del tránsito infernal los oficinistas tardan sólo en venir o irse de estos rumbos. Mínimo, debo permanecer 180 minutos más en Santa Fe. Uf. Qué me queda.



TRES


Caminar por la zona de corporativos es complejo. Las distancias son largas a pie. Cortas, y por tanto inviables, en automóvil. El terreno es inconstante, pesado al andar. Como en toda barranca, hay subidas pronunciadas que luego se vuelven descensos enroscados. Los rascacielos, varios de más de 100 metros de altura, otros sobrepasan los 150, se construyen ya los de más de 200, muestran que los corporativos trascienden a todo individuo. De alguna manera, los aplastan. Fuera de los edificios diseñados por arquitectos de prestigio, en las explanadas, algunos oficinistas que portan con orgullo un gafete de pertenencia en la cintura fuman cigarrillos, beben Coca-Cola-Zero o comen fruta acarreada en un Tupperware. Una pareja discute. La chica llora, pero lo disimula al verme pasar.



Una de las avenidas principales de Santa Fe lleva el nombre del misionero Vasco de Quiroga, quien fundó este pueblo en 1532, con la idea de albergar a los indígenas marginados, a los pobres, a los enfermos, a los ancianos y a los niños. Hoy, Tata Vasco podría volver a fundarlo, puesto que, si bien hay mansiones de película en el área habitacional que valen millones de dólares, los desprotegidos siguen en los alrededores, en colonias proletarias, en casas modestas construidas por el ingenio y habilidad de albañiles que nunca podrían ser cool. Ahí, en esa otra pero misma Santa Fe que también fue minas y tiraderos de basura, la gente sí anda por las calles, sin traje sastre ni perfumes costosos, y compra comida grasosa en las esquinas.



CUATRO


Al Centro Comercial Santa Fe, desde que se inauguró, en 1993, el más grande de América Latina, con sus 5 mil cajones de estacionamiento, con más de 300 firmas exclusivas en sus tiendas, sólo se puede llegar en carro. O en taxi o micro, pero no a pie. Las avenidas son grandes, peligrosas para un peatón, o de plano es un tramo de carretera.



En ese tipo de calzadas principales no se puede estacionar sin que te levante una grúa, de las muchas que acechan. Por ello, las calles pequeñas, sobre todo las cerradas de un lado, están invadidas por coches que son vigilados por franeleros pandrosos que cobran, a cada uno, cuatro dólares al día por su labor. Lo que, sin duda, aunque tiene algo de informalidad, resulta más económico que entrar en un estacionamiento, de los pocos que hay por el rumbo, y pagar la misma cantidad, o sea su equivalente en pesos mexicanos, pero por hora.



CINCO


Han pasado casi tres horas, desde que salí de la aseguradora. Debo volver por mi cheque, sin haberlo visto todo, pero con la impresión de que, en esencia, sí lo vi.



Abordo un taxi de sitio, es la única opción, lo que significa que no cobra con taxímetro, sino a ojo de buen cubero. O sea, a capricho del chofer. No mames, por qué ocurre eso, le pregunto. Por la simple razón de que aquí no viene cualquiera, wey, me dice queriendo mostrar más mundo que el mío. A Santa Fe, o se viene porque puedes: gastar, consumir, comprar, o vienes porque debes: trabajar, venderte, sobrevivir. Yo por qué vine, reflexiono, a esta especie de yin y yang sin equilibrio: ¿porque puedo o debo? El siniestro, supongo, tiene la respuesta. ♠

José Noé Mercado es escritor, periodista, crítico musical especializado en ópera e imparte clases en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. DesFromaliza recomienda su blog, se puede entrar en la liga de la barra izquierda.