diciembre 29, 2009

Banda de narcotraficantes montó tienda, dicen funcionarios (Austin American-Statesman)

Por Steven Kreytak

Enviaban libras de cocaína por FedEx desde Austin hacia ciudades a lo largo y ancho de la costa Este- las drogas estaban dentro de componentes electrónicos vacíos sellados con espuma en spray para esconder el olor y luego empacada en cajas de cartulina.

Así mismo, cargamentos de dinero en efectivo para clientes (uno que fue interceptado contenía 141,000 dólares) eran regresados en empaques similares y llevados a una “casa de seguridad” local, una residencia de 2,900 pies cuadrados en la tranquila y agradable calle Pflugerville.

La operación era controlada por miembros de La Familia, una violenta banda mexicana de narcotraficantes que montó una tienda en el área de Austin en años recientes y movió millones de dólares en cocaína al mes en toda la ciudad, de acuerdo con las autoridades.

Los detalles del trabajo de la banda fueron dados a conocer por el testimonio de un interno liberado por la corte federal después de que cuatro personas acusadas de trabajar para el cártel en Austin fueran arrestadas a finales de octubre.

diciembre 22, 2009

Pensar la muerte, pensar la vida


Por Genaro Rodríguez Navarrete


José Manuel Orozco Garibay

Tres ensayos sobre la muerte

Editores de Textos Mexicanos.

México, 2009.



“La muerte nos libra de la vida. Tiene esa virtud. Porque la muerte nos libra realmente de los dolores de la existencia. Hay que verla como un alivio. No como un problema. En términos reales, nadie quiere morirse porque nadie sabe lo que hay del otro lado. Pero, ¿qué hay del otro lado? El lado que cruza la línea que separa la vida de la no vida. Línea de la imaginación. Juego de la fantasía. Pues es un hecho que no conocemos la muerte”, tales son algunas de las perplicaciones que se despliegan en Tres ensayos sobre la muerte de José Manuel Orozco Garibay.

El libro invita a pensar la muerte para comprender la vida, para “vivir mejor la vida”. Cuidar, apreciar y valorar la vida para después, tras el periplo de éxitos y fracasos, enfrentar una “buena muerte”. El axioma podría ser: una buena vida para una buena muerte.

Escritura más allá de la estética y del rigor académico (el texto evidencia su desapego a las normas encorsetadas que se imponen desde los claustros académicos). No es un manual de escatología. Es un texto escrito desde la experiencia de la vida.

La obra se compone -como su título lo anuncia- por tres ensayos: el primero “Bebieron el Cáliz”; el segundo, “La idea de muerte en Schopenhauer” y el tercero “La melancolía y tristeza de Cristo ante la muerte”. Con un magistral prólogo del poeta, traductor y ensayista, Mauricio López Noriega.

Orozco Garibay advierte que su libro se inscribe en “un proceso de duelo. En sí, es el resultado de pérdidas dolorosas, la experiencia de haber transitado por ellas. Llevar la vida a partir de las pérdidas hace que pensemos en todas las posibles pérdidas… Cada quien vive su duelo de manera diferente. No existen recetas, reglas, formas universales, que nos digan como eludir el dolor”. Donde “el dolor es el resultado de un yo que se obstina en continuar viviendo lo que ya no le toca vivir.”

El proceso de duelo es la reacción frente a la pérdida del ser amado. Superar la pérdida requiere de tiempo. Pasa por el examen del hecho doloroso y la aceptación de la pérdida. “¿Cómo aceptar trabajar para monseñor el duelo? ¿Cómo no aceptarlo? Eso mismo, el duelo, la historia de su rechazo, el relato de tu revolución, tu rebelión…”, escribe Derrida en La difunta ceniza.

La obra de Orozco Garibay se puede inscribir en la literatura del duelo como -por citar algunos casos emblemáticos-, La cámara lúcida y el Diario del duelo de Roland Barthes. O los textos del mismo Derrida reunidos en Cada vez única; el fin del mundo, palabras todas de duelo escritas después de la muerte de Foucault, Althusser, Lévinas, Deleuze, Jean François Lyotard, Paul de Man, Blanchot, entre otros.

“Vivir lo que falta es aprender que no se puede tener todo -escribe Orozco Garibay-. Que lo que se ha ido es irrecuperable. Que la muerte es necesaria como parte del proceso de la Vida, que renueva sus formas y contenidos indefinidamente. La aceptación de la falta es comprender que el dolor es constante, y los momentos de felicidad son episodios de la vida. La memoria de esos episodios marca la gana de vivir. Hay que preservar la gana de vivir sabiendo que es preciso dejar ir al otro, como dejarse ir uno mismo.”

Orozco Garibay es filósofo, psicoanalista, tanatólogo y periodista. También es autor de Persona y comunidad y Entorno a Hegel. En éste último deconstruye de manera muy pedagógica el complejo sistema de pensamiento hegeliano.


diciembre 20, 2009

Desperdicio de agua en el DF

Mucha navidad. Muchas fotos de las personas. Mucha gente. Mucha alegría en el rostro de los niños que montan unas motos especiales para moverse sobre la nieve. Pero ¿por qué tanto desperdicio de agua? Miles de litros se desperdician a cada hora de cada día.

diciembre 14, 2009

EL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

Por César Martínez

En ocasiones, el tío de mi amiga se levanta a medianoche con el corazón galopando en sus oídos y con la respiración de torbellino, suda frío; entonces fuma y no vuelve a dormir. Él fue un guante blanco en ese 2 de octubre negro, y le ha contado a mi amiga que fue horrible lo que hizo, que nunca se lo ha perdonado y que a veces aun tiene pesadillas.

Trastorno de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés) es el nombre científico que se le ha dado a la afectación que algunas personas sufren luego de eventos de verdad traumáticos. Y según la Asociación Americana de Psiquiatría, el PTSD puede causar problemas en el sueño, flashbacks, pérdida de placer y disminución en los reflejos que sirven para emprender la huida ante un riesgo.

Para entender mejor este daño cerebral, Robert M. Sapolski, acaso el divulgador científico más importantes de nuestra era, nos presenta en su libro El mono enamorado y otros ensayos sobre nuestra vida animal (Paidos, 2007) un estudio que se realizó a soldados de las dos grandes guerras que han azotado a la humanidad.

En estos estudios científicos se notó que los veteranos presentaban una disminución en el tamaño de su hipocampo, esa pequeña zona ubicada casi en el medio del cerebro y que sirve nomás para la memoria a largo plazo y el manejo del espacio.

Y es que, según nos cuenta Sapolski, en los momentos de estrés es cuando más se generan glucocorticoides, hormonas que en cantidades excesivas pueden dañar a las neuronas del hipocampo.

Sin embargo el mismo Sapolski pone en tela de juicio estos estudios, pues si algo tienen los científicos es que siempre están preguntando y no quedan conformes con una primera impresión. ¿Y qué tal si desde antes de la guerra los militares que fueron estudiados ya tenían su hipocampo más pequeño de lo normal?, entonces quiere decir que una persona con hipocampo disminuido es más susceptible a quedar traumado.

Por ello se han realizado importantes estudios a los soldados de guerras actuales, poniendo principal interés en los que tienen un gemelo que no fue enviado a la guerra. De hecho, recientemente Sapolski dio una conferencia en México para científicos, donde les mostró los avances en la materia.

Habrá que estar al pendiente de estos nuevos datos, pero antes lean El mono enamorado y otros ensayos sobre nuestra vida animal, de Robert M. Sapolski.

diciembre 05, 2009

Difunde Profeco costo real de estacionamientos


  • 2009-11-27•DF y estados

La Dirección General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), dio a conocer los resultados del análisis del costo real por el uso de estacionamientos públicos en tiendas, hoteles y centros comerciales, con el fin de averiguar el tiempo que la gente deja su auto en un lugar así  y lo que paga por este servicio.

Los resultados del estudio, realizado del 29 de septiembre al 13 de octubre de 2009 en 84 estacionamientos del Distrito Federal, detallan que el 58 por ciento de los automovilistas usan en promedio estos estacionamientos públicos por 33 minutos, sin embargo les cobran una hora, es decir, pagan el equivalente a 8 pesos por un tiempo que no utilizan. 

En total se revisaron 868 boletos y se encontró que 504 automovilistas utilizaron este servicio sólo por media hora y tuvieron que pagar 45 por ciento más del costo real.

De acuerdo con las tarifas observadas en el recorrido, la más baja es de 6 pesos en algunos centros comerciales, mientras que la más alta es de 80 pesos en ciertos hoteles, y la tarifa promedio, según  la muestra, es de 17 pesos por hora.

Si el cobro se realizara por minuto, los usuarios deberían pagar 9 pesos por 33 minutos y no 17 que es lo que se cobra por hora completa.                    

Si se multiplica el importe de 8 pesos por los 190 mil 157 cajones de estacionamiento que tiene registrados la Secretaría de Transportes y Vialidad (Setravi) en el DF al 2008, se estima que los usuarios de estos cajones pagaron en promedio por hora 1.5 millones de pesos adicionales al tiempo que realmente usaron.

Bajo el supuesto de jornadas de 8 horas todos los días, el importe asciende a 12.1 millones de pesos diarios y al anualizar la cifra supera los 4 millones 400 mil pesos.

Datos de la Setravi revelan que en 2008 existían mil 412 estacionamientos públicos siendo la delegación Cuauhtémoc la que cuenta con el mayor número, seguida de Benito Juárez y Miguel Hidalgo.

La Profeco especifica que las tarifas que cobran los estacionamientos deben establecerse por tiempo de uso, es decir, por minutos, y que el automovilista tiene derecho a pagar sólo por el tiempo que utiliza este servicio.

México. Nancy Zamora

Nota publicada en Milenio Diario