Del Téllezgate y otros escándalos
I
Mark Felt murió hace poco más de dos meses, en diciembre del año pasado, a la edad de 95 años. Para quienes no reconozcan el nombre, Felt fue la “garganta profunda” en el caso Watergate, y quien filtró la información necesaria para saber que pasó, cómo pasó y en donde buscar pruebas certeras de las múltiples actividades ilegales durante la administración del presidente Richard Nixon.
Fue un eslabón importante para detonar el escándalo político que culminó con la dimisión de Nixon, el 8 de agosto de 1974. El otro eslabón fue un medio de comunicación: el Washington Post. Los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein fueron los elegidos para mostrar al mundo una serie de irregularidades y malas prácticas realizadas desde el interior del sistema político de los Estados Unidos.
Desafortunadamente, la capacidad de asombro se va diluyendo, y hoy, a tres décadas de distancia, los escándalos, espionajes y filtraciones se vuelven un lugar común.
El “pemexgate”, el “toallagate”, la sospechosa fortuna de Arturo Montiel, ex gobernador del Estado de México, el “comes y te vas” de Fox y las grabaciones telefónicas que sostuvo el gobernador de Puebla, Mario Marín Torres con diversos personajes presuntamente implicados con pederastia y abuso infantil han sido sólo algunos de los escándalos protagonizados por servidores públicos de todos los niveles.
El más actual es el “Téllezgate”. Las grabaciones filtradas en un primero momento involucraban la vida privada de un miembro del gabinete presidencial (Luis Téllez, Secretario de Comunicaciones y Transportes), pero pronto el caso se agravó al punto de que el mismo presidente de la República estaba enterado del espionaje que se venía dando. El motivo: una lucha de poder entre dos de las empresas más importantes de Latinoamérica: Telmex y Televisa.
A diferencia del desenlace del caso Watergate, en México se le ha dado carpetazo a los distintos temblores políticos. Quienes debieran ser castigados permanecen en sus cargos, no se les juzga y continúan enriqueciéndose, en ocasiones a la vista de todos, en ocasiones en el anonimato.
II
México pareciera ser el país del eterno olvido, en donde sus habitantes se indignan, se enojan, juzgan, y tachan de corruptos y ladrones a los actores en turno de la tragicomedia de la política mexicana durante unos minutos, mientras los medios alimentan la hoguera política; pero apenas se diluye el barullo, los ladrones y corruptos pasan a formar parte de un difuso y lejano conflicto que la sociedad no alcanza a entender, y que prefiere pasar por alto.
El famoso “Si no pueden, que renuncien” se diluye en la corta memoria de la sociedad y pasa a ser un slogan vacío. La denuncia directa se evita, pues resulta deficiente y peligrosa para quien no tiene poder o dinero. La mordida sigue siendo moneda corriente, los coyotes en el MP también, la sociedad prefiere no alzar la voz y no señalar al narcomenudista, al corruptor de menores, al asaltante del barrio, a la narcotiendita, al policía corrupto. La sociedad sabe que es inútil, ya que el policía está coludido con el narcomenudista, la narcotienda esta protegida por la patrulla de la colonia y la sociedad esta amenazada por quien debería protegerla.
Luego entonces… es de suponer cuál será el desenlace de éste capítulo. Usted estimado lector, ¿en que cree que termine esta comedia donde Luis Téllez es actor principal?
Desde la Redacción,
Ocelote
I
Mark Felt murió hace poco más de dos meses, en diciembre del año pasado, a la edad de 95 años. Para quienes no reconozcan el nombre, Felt fue la “garganta profunda” en el caso Watergate, y quien filtró la información necesaria para saber que pasó, cómo pasó y en donde buscar pruebas certeras de las múltiples actividades ilegales durante la administración del presidente Richard Nixon.
Fue un eslabón importante para detonar el escándalo político que culminó con la dimisión de Nixon, el 8 de agosto de 1974. El otro eslabón fue un medio de comunicación: el Washington Post. Los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein fueron los elegidos para mostrar al mundo una serie de irregularidades y malas prácticas realizadas desde el interior del sistema político de los Estados Unidos.
Desafortunadamente, la capacidad de asombro se va diluyendo, y hoy, a tres décadas de distancia, los escándalos, espionajes y filtraciones se vuelven un lugar común.
El “pemexgate”, el “toallagate”, la sospechosa fortuna de Arturo Montiel, ex gobernador del Estado de México, el “comes y te vas” de Fox y las grabaciones telefónicas que sostuvo el gobernador de Puebla, Mario Marín Torres con diversos personajes presuntamente implicados con pederastia y abuso infantil han sido sólo algunos de los escándalos protagonizados por servidores públicos de todos los niveles.
El más actual es el “Téllezgate”. Las grabaciones filtradas en un primero momento involucraban la vida privada de un miembro del gabinete presidencial (Luis Téllez, Secretario de Comunicaciones y Transportes), pero pronto el caso se agravó al punto de que el mismo presidente de la República estaba enterado del espionaje que se venía dando. El motivo: una lucha de poder entre dos de las empresas más importantes de Latinoamérica: Telmex y Televisa.
A diferencia del desenlace del caso Watergate, en México se le ha dado carpetazo a los distintos temblores políticos. Quienes debieran ser castigados permanecen en sus cargos, no se les juzga y continúan enriqueciéndose, en ocasiones a la vista de todos, en ocasiones en el anonimato.
II
México pareciera ser el país del eterno olvido, en donde sus habitantes se indignan, se enojan, juzgan, y tachan de corruptos y ladrones a los actores en turno de la tragicomedia de la política mexicana durante unos minutos, mientras los medios alimentan la hoguera política; pero apenas se diluye el barullo, los ladrones y corruptos pasan a formar parte de un difuso y lejano conflicto que la sociedad no alcanza a entender, y que prefiere pasar por alto.
El famoso “Si no pueden, que renuncien” se diluye en la corta memoria de la sociedad y pasa a ser un slogan vacío. La denuncia directa se evita, pues resulta deficiente y peligrosa para quien no tiene poder o dinero. La mordida sigue siendo moneda corriente, los coyotes en el MP también, la sociedad prefiere no alzar la voz y no señalar al narcomenudista, al corruptor de menores, al asaltante del barrio, a la narcotiendita, al policía corrupto. La sociedad sabe que es inútil, ya que el policía está coludido con el narcomenudista, la narcotienda esta protegida por la patrulla de la colonia y la sociedad esta amenazada por quien debería protegerla.
Luego entonces… es de suponer cuál será el desenlace de éste capítulo. Usted estimado lector, ¿en que cree que termine esta comedia donde Luis Téllez es actor principal?
Desde la Redacción,
Ocelote
2 comentarios:
Qué buena analogía, Oce.
Precisamente, somos el país del olvido.
Saludos!
Mi querida Chila! que bueno que nos visitas. Si efectivamente, somos el país del eterno olvido y de los cangrejos que se jalan entre si y no salen de la cubeta del pescador. Y resulto que en esta comedia el final fue feliz para Luis Téllez: Lo nombraron asesor personal de la Presidencia de la República para el análisis de la situación económica, en lugar de mandarlo al carajo. Pero claro, así funciona el gran negocio de la política.
Saludos muchos, y abrazos.
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