Los periodistas nos enfrentamos de nuevo a otro reto este año en el que se realizarán las elecciones intermedias; termómetro de cara a las presidenciales de 2012. La escaramuza ya empezó: IFE, legisladores y televisoras, se disparan a quemarropa el tema de los spots políticos, mismos que éste fin de semana interrumpieron las transmisiones del Super Bowl y los juegos de futbol Monterrey-Guadalajara y América-Morelia.
El viernes previo a este atentado contra los pocos minutos en los que el mexicano olvida los problemas económicos, la inseguridad y el desempleo, la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión (CIRT) y el Instituto Electoral Federal (IFE) firmaron el -y ahí les va el nombre completo-: “Acuerdo sobre las sugerencias de lineamientos aplicables a los noticiarios respecto de la información o difusión de precampañas y campañas de los partidos políticos durante el Proceso Federal Electoral 2009”.
Bien, pues dicho acuerdo, el cual no tiene la fuerza de ley, sino sólo es de sugerencia, dice que hay que “dar un trato equitativo más no igualitario” a los diferentes candidatos de los partidos políticos.
Primer reto para los que trabajan en los medios de comunicación: dar una definición que no lleve a un debate y sí establezca la diferencia clara entre un trato igualitario y uno equitativo, toda vez que igualdad significa “conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad” y equidad “igualdad de ánimo”, según la
Real Academia Española (RAE).
Luego el presidente del IFE, Leonardo Valdez Surita, salió al quite diciendo que lo equitativo es para que todos los partidos políticos expresen en los noticieros sus propuestas, pero aclaró que no será de forma igualitaria pues no todos producen el mismo interés noticioso en la sociedad; él tiene su propia definición de los términos.
Esto nos catapulta al segundo y más importante reto paro los periodistas: cómo definir qué es lo más “noticioso” para la sociedad y cómo lograr ser “equitativo”, es decir “tener equidad”, lo que significa mantener la “igualdad de ánimo”, igualdad de “valor, esfuerzo, energía, intención, voluntad, atención o pensamiento” (definiciones de la RAE), frente a todos y cada uno de los personajes políticos a los que se les entreviste.
Los periodistas no somos máquinas autómatas que hablan sin prejuicios ni ideologías. Siempre se escapan, aunque sea entre líneas, destellos de nuestras preferencias y pensamientos. Como a cualquier ser humano. Así que la idea de un periodismo objetivo es más bien utópica.
Lo que no resulta irreal es que en el mundo se están generando códigos deontológicos, o códigos de ética para los periodistas. Algo así como el juramento hipocrático de los doctores.
Estos códigos nacen ya de medios de comunicación o de organismos que engloban regiones o a todos los periodistas que se quieran unir a las filas. La Asociación de las Naciones Asiáticas del Sureste (ASEAN), la Federación de Periodistas Árabes, la
Federación Internacional de Periodistas, Conferencia de Medios de Comunicación Islámicos,
Federación Latinoamericana de Periodistas o la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe, son algunas organizaciones que se han preocupado por establecer reglas éticas que rijan a los periodistas.
Sin embargo aun entre estas organizaciones periodísticas, las cuales uno supondría que buscan valores universales para la profesión, se encuentran puntos divergentes enormes, como lo que estipula la Conferencia de Medios de Comunicación Islámicos, donde pide a los periodistas censurar todo el material que sea de emisión o de publicación, a fin de proteger a la comunidad islámica de las influencias que son perjudiciales para el carácter y los valores islámicos, y con el fin de prevenir todos los peligros.
Cómo ese punto de la ética propuesta para los periodistas islámicos hay otros según la región de la que se trate. Podríamos hablar de una “regionalización” de la ética periodística. Quizá por eso la UNESCO se dio a la tarea de redactar “
Los principios internacionales de ética profesional en periodismo”. La cual, sin embargo, resulta tan utópica una generalización de la ética periodística como caer de nuevo en que “la tarea primordial del periodista es informar de la forma más objetiva posible.
La omisión de palabras. El uso de unas en lugar de otras. La sintaxis de una nota. Todo mutila a la objetividad, pues objetividad sería dar a conocer hasta el más mínimo detalle de un hecho. Así que ¿cuántos caracteres se necesitas para escribir una nota objetiva? Quizá ni juntando todos los diarios del planeta se encuentre suficiente espacio para tal empresa.
México, por su parte, sufre de una sequía en códigos de ética para el periodismo, sólo medios como el Universal o escuelas como la Iberoamericana han escrito unos. Pero como todo en nuestro México lindo y querido, si uno rompe las reglas no pasa nada, no hay sanciones que obliguen al periodista a tener el mínimo respeto que merece esta profesión.
Pero que quede claro. No abogo por un periodismo objetivo como tal, sino sólo congruencia en lo que decimos. Y respeto a la persona que nos leerá o escuchará, no tratar de engañarla con información propagandística disfrazada de notas objetivas. Digo no al periodista de pacotilla.
Así que los periodistas de este país nos enfrentamos a un nuevo reto inmediato, de cara a unas elecciones que se auguran absurdas en su regulación propagandística y pobres en el ánimo ciudadano. Por el momento criticar al sistema, ya no es suficiente, ni si quiera divertido ante la indiferencia de la clase política. Nos hemos convertido en algo así como los 400 pueblos en el Monumento a la Madre o los Antorchistas marchando por Reforma, imágenes comunes de esta urbe que ni provocan ni promueven.
Algo más se deberá hacer.