Al principio, el contingente del Sindicato Mexicano de Electricistas, de unas 200 personas, permanecía frente a las antiguas oficinas de Luz y Fuerza del Centro, sin obstruir la circulación . Sólo se apostaban con pancartas, estandartes, y cartulinas con consignas durante los semáforos en rojo. Así permanecieron unos minutos. Llegó Porfirio Muñoz Ledo y la concentración aumentó. Llegaron simpatizantes por Antonio Caso, por Ejército Nacional y por el Circuito Interior. Para ese momento, los manifestantes ya habían bloqueado todo el perímetro.
El mayor contingente bajó del puente que conecta Antonio Caso con Marina Nacional, cerca del Hotel del prado. Eran cerca de 500 integrantes del SME. Hicieron alto a no más de 10 metros de un grupo de reporteros, ocupando toda la calle. Había un par de camionetas de TV Azteca, dos camarógrafos y yo.
El contingente empezó a gritar consignas en contra de los medios de información, se acercaron a nosotros, que estábamos a escasos 3 metros de las camionetas que más tarde acabarían grafiteadas y con equipo dañado; y a otros 3 metros de otro grupo de reporteros. Se acercaron, gritándonos. Alguien me empujó y me quito la libreta en donde preparaba la nota, intentó quitarme la grabadora y el celular y se cortó la comunicación con la redacción. La persona que me quito la libreta, también se llevó la grabadora. Dijo que me despidiera de ellas, no opuse resistencia. A los camarógrafos también los agredieron.
Un integrante del grupo del SME les dijo a gritos a sus compañeros que se calmaran, que ya no agredieran a los reporteros (a nosotros). Poco rato después me enteré que si se calmaron con nosotros, para ir sobre las camionetas y los motociclistas. Lo demás, lo transmitió la televisora afectada.
Antes de que el contingente avanzara de nuevo, un muchacho de unos 20 años que iba en la marcha se me acercó y me preguntó si estaba bien. Él acompañaba al hombre de suéter verde y pelo cano que comenzó la provocación. Le pedí al muchacho que fuera con aquella persona y que me regresara mis pertenencias. Bajó la mirada y me dijo que no podía hacer nada, que lo iban a regañar.
El hombre alcanzó a escucharnos, volteó, y repitió las mismas consignas de esos minutos de tensión.. "Prensa vendida, ojetes, mentirosos, no los queremos aquí, larguense".