agosto 11, 2009

Yo por eso anulé mi voto.

Ahora sí se le fue la boca al presidente Calderón (aunque seamos sinceros, en otras ocasiones también ya se le había ido). Retar a que le comprobaran un solo caso en el que no se hayan hecho respetar los derechos individuales en la guerra contra el narco, resultaba tan podrido y fácil como demostrar que el charquito de Carstens era todo un océano en tsunami.

Human Rights Watch de inmediato saltó y puso dos casos certeros, donde en la misma tierra que vio nacer a Calderón militares son acusados de violar los derechos humanos de ciudadanos. Esto ¡claro! en el marco de la guerra contra el “crimen organizado” (eufemismo utilizado para nombrar a los cárteles de la droga), ¿o acaso nos enteramos de Michoacán por otra cosa?

Por su parte, y sin quererlo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación puso otra piedra en el zapato (que ya debe ser enorme) de Felipe Calderón, al rechazar revisar la constitucionalidad del fuero castrense, como lo solicitaban el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (ProDH) y Fundar al presentar el caso de Reynalda Morales, cuyo esposo fue asesinado en un reten militar. Este fallo se considera un impedimento para que las violaciones a los derechos humanos por militares sean investigadas por autoridades civiles y no por sus compinches.

Ya para rematar, José Luis Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, a pregunta expresa sobre su opinión de las declaraciones calderonistas, simplemente dijo: “ahí están las denuncias en la Comisión”.

Quizá la maña en el reto que lanzó el presidente se encuentra en la palabra “comprobar”. Y es que en este país comprobar cualquier crimen, abuso o negligencia resulta cosa imposible. Trátese de una avería automovilística por caer en un bache, o de la culpabilidad de la muerte de 49 niños quemados.

La señora indígena Jacinta Francisco Marcial, mujer Otomí de 43 años que cumple un trienio encarcelada por una de las acusaciones más absurdas que he escuchado: secuestrar a seis monigotes de la AFI, y cuyo caso ya he comentado en este espacio, lleva varios años intentando demostrar la violación que sufrió de sus garantías individuales, y no puede.

Y así podríamos continuar.

¿Será que Calderón se emocionó porque Obama le dijo que confiaba en él; por el teatro de la captura de El Dimas, quien supuestamente planeaba un atentado contra su vida; con el pseudo súper peso que ayer bajó la barrera de las 13 unidades por dólar? ¿O será que nuestros gobernantes siguen pensando que somos estúpidos, que los problemas se terminan por decreto oficial, que tan sólo con decir “ya estamos saliendo de la crisis”, ya vamos a salir, que con decir “vamos ganando la guerra contra el narco”, la vamos a ganar, que con asegurar botaratemente que en México no hay violación a los derechos humanos, se terminarán las violaciones?

Yo por eso anulé mi voto.