abril 29, 2009

La gripe Mexicana no es el chupacabras


HISTORIAS DE NADIE- Milenio Diario de Monterrey

Por Diego Enrique Osorno*

Que el gobierno aproveche la epidemia actual para sacar adelante algunas reformas legislativas polémicas o para posicionarse mejor en las próximas elecciones, es una posibilidad, no descartable. De lo que hay muy pocas posibilidades de que esté ocurriendo es que la epidemia de influenza haya sido inventada por las autoridades para distraer la atención mientras se imponen medidas dictatoriales a la sociedad.


No escribo esto como un acto de fe hacia los políticos, quienes bien merecida se tienen la incredulidad reinante hacia ellos, sino porque estos días he estado visitando el Hospital del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias en la Ciudad de México, donde se concentra la batalla actual contra la gripe porcina. La información que ronda por ahí, la cual no llega completa al conocimiento masivo de la gente, es preocupante e indica que existe una amenaza bastante real, lejos de las teorías de la conspiración que hay que decirlo también, en México algunas veces suelen confirmarse con el paso del tiempo.


Pero esta vez no es el caso. La influenza no es ningún “Chupacabras”. El lunes, la Organización Mundial de la Salud dejó a la gripe mexicana –como se le empieza a conocer a esta enfermedad- a un paso de convertirse en una pandemia. Para que una enfermedad sea definida como pandemia por el organismo internacional, ésta debe ser altamente transferible al grado de que sea imposible no ser contagiado por la enfermedad.


Entre 1918 y 1919 se desató en muchos países del mundo una enfermedad parecida a la actual, por la cual murieron 50 millones de personas, la abrumadora mayoría de ellos, los más pobres del planeta. El lugar donde se conoció el primer caso fue Fort Riley, un pueblo de Kansas, Estados Unidos. Tanto los Estados Unidos, como Inglaterra y Francia, decidieron nombrar a la enfermedad como Gripe española, no porque en España se hubieran registrado la mayoría de los casos o porque de ahí hubiera surgido, sino porque la pandemia recibió una mayor atención de la prensa en España que en el resto del mundo, ya que España no participaba en las escaramuzas de la Primera Guerra Mundial, por lo que no se censuró la información sobre la enfermedad.


Más allá de especular si la influenza fue creada por el Grupo de los 20 países más industrializados en su reciente cumbre en Londres, o si se trata de un extraño plan conspiracional acordado por Obama y Calderón en su reciente entrevista, o si es un asunto electoral y la prueba de ello es que los tapabocas son de color azul y no amarillos o tricolores, tendremos que estar atentos a que el gobierno actúe con la transparencia debida y sin ocultar información de interés público a la que tenemos derecho como ciudadanos.


En lugar de conjeturar, en estos días debemos permanecer alerta de la especulación rapaz con insumos médicos o sanitarios de alta demanda a causa de la amenaza epidémica. Los cubrebocas, que de un día a otro desaparecieron del mercado y se cotizan ahora hasta en un 800 por ciento más de su valor, son apenas una pequeña muestra de la inescrupulosidad con la que se comportan algunos buitres empresariales, en momentos como éste. ¿Quién o quiénes se harán millonarios a costa de esta desgracia? vale la pena no dejar de preguntarnos.


Otra cosa que bien vale la pena mirar con lupa en estos momentos es el servicio brindado por las dependencias públicas encargadas de combatir la contingencia. ¿Quién podría sentirse seguro en Oaxaca, con Ulises Ruiz comandando la lucha contra la epidemia? La igualdad en el trato y la no discriminación de la atención médica, debe ser garantizada para todos los pacientes y los enfermos. Tampoc es casual que en uno de los estados más pobres del país, Oaxaca, hayan brotado los primeros casos. La desigualdad social es la enfermedad que antecedió a la gripe porcina.


Para colmo, aquí en el Hospital del INER, la semana pasada desaparecieron algunos medicamentos antivirales, así como también los cubrebocas más reforzados que había. ¿Dónde están esos aditamentos?, ¿quién se los llevó a su casa o los repartió ilegal e irresponsable entre familiares y amigos cercanos?


La gripe mexicana no es El Chupacabras. Hay que estar alerta.


*Diego Enrique Osorno es reportero del Grupo Editorial Milenio desde el año 2000. Nació en Monterrey, Nuevo León, México en 1980. Estudió periodismo en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y ha hecho cursos de post-grado en Información y Guerra en la Universidad Complutense de Madrid. Es fotógrafo amateur y ha sido profesor en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Hace Diccionario del narco en www.elarsenal.net; y también publica el diario de viajes: www.ejerciciosdeaikido.blogspot.com

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