Israel Füguemann / Cronic-arte
07 de octubre de 2010
Se escribe para llenar vacíos, para tomarse desquites contra la realidad, contra las circunstancias.
por: Füguemann
Sólo la derrota que sufrió en las elecciones por la presidencia de su país (Perú), fue capaz de hacer entender a Mario Vargas Llosa (Arequipa 1934) que “el genio artístico o literario, no es, en ningún caso, garantía de lucidez política”. El mundo lo necesitaba más en las letras que en el gobierno, porque ahí tan sólo era “un pez fuera del agua” como lo relató en sus memorias un año después de su desafortunado descalabro.
Hoy a 20 años de haber perdido lo que en ese entonces aparentaba ser un sencillo triunfo ante Alberto Fujimori, un ingeniero agrónomo desconocido por muchos hasta entonces, Mario Vargas Llosa llega al pináculo de su carrera al recibir el Premio Nobel de Literatura 2010 tras 47 años de la publicación de su primera novela La ciudad y los perros.
El hombre serio y de convicciones fuertes que a lo largo de su vida nunca temió afrontar las consecuencias de su ideología política, contraria al honor intelectual que la izquierda ofreció a muchos otros autores de su generación, se convierte en el sexto escritor latinoamericano en recibir este galardón, que sólo habían podido alcanzar figuras Gabriela Mistral (Chile), Miguel Ángel Asturias (Guatemala), Pablo Neruda (Chile), Gabriel García Márquez (Colombia) y Octavio Paz (México).
Vargas Llosa que alguna vez llamó al Partido Revolucionario Institucional (PRI) la dictadura perfecta, ha sido siempre un personaje polémico. Criticado por muchos y admirado por más, el autor de ensayos como “Desafíos a la libertad” (1994) aceptó en su momento debatir con el presidente venezolano Hugo Chávez al cual calificó de “dictador” como Fidel Castro, con el que en 1971 rompió relaciones luego de la detención del poeta Heberto Padilla y su esposa acusados de “actividades subversivas” contra el gobierno castrista.
Este carácter inamovible que lo ha caracterizado siempre, trató de desnudar a través de sus letras y libros el régimen corrupto del cual no sólo ha sido presa su natal Perú, sino la mayoría de los países Latinoamericanos. El reconocimiento lo ganó por la crudeza con que retrata de los regímenes y sistemas políticos, que le valió, convertirse en el peruano más reconocido a nivel mundial y, encabezar junto con un puñado escritores como Julio Cortazar, Carlos Fuentes entre otros, una de las glorias literarias más grande de éste continente, el llamado “Boom Latinoamericano”.
En los años que Vargas Llosa pasó de ser tan sólo un orador político en contra de la nacionalización de la banca peruana, durante el primer gobierno del actual presidente peruano Alan García, a convertirse en el candidato oficial del El Frente Democrático (FREDEMO) que agrupo varias corriente cristianas y de derecha; su nación había sufrido años atrás, el dolor y el derramamiento de sangre que la guerra entre el movimiento terrorista Sendero Luminoso y el estado peruano habían ocasionado tan sólo una década atrás un saldo de 70 mil muertos.
Perú fue en algún momento semillero ideológico de muchas de las corrientes más radicales de la izquierda cuando Vargas Llosa era periodista. Años después estas escuelas de pensamiento se convirtieron en el nutriente de guerrillas urbanas. Una de sus novelas más célebres “La guerra del fin del mundo” (1981) nació de la fascinación que Vargas Llosa siempre ha demostrado a lo largo de su vida por el fanatismo, la complejidad y el peligro de lo que el denomina, “el impulso totalizador” del fanático, contra los cuales ha tenido que luchar, aunque sea de manera interna.
Vargas Llosa se sabe peruano pero se reconoce de vocación cosmopolita, se presume apátrida, y detesta el nacionalismo. El arequipeño ama intensamente su tierra, en especial la amazonía, aquella zona selvática de hartos bochornos y colores que nace al oriente de la cordillera de los andes.
Su primer viaje a esta zona que ocupa 60% del total del territorio peruano, lo realizó a los 22 años de edad, a partir de esa fecha el frondoso verde del Amazonas ha sido y es, la fuente más rica de material imaginativo de varias de sus novelas. Allí nació “Pantaleón y sus visitadoras”, obra que hace algunos años fue llevada a la pantalla cinematográfica; también es la cuna de “La casa verde” y “El hablador” novelas que forman parte de los 19 títulos de ficción que Vargas Llosa ha colocado exitosamente en la mente de los lectores alrededor del mundo.
Traducido a más de 30 lenguas diferentes y galardonado con tantos premios, como libros tiene en su haber, entre ellos el periodista, escritor , político y hoy profesor de filosofía de la escritura Princeton (Nueva Jersey) no esperaba ganar el Nobel, porque pensó que su figura había quedado en el olvido. Lo que quizás él olvido fue que, “La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar”.
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