México, D.F.- Obscuridad, murmullos, sonidos rítmicos y guturales, un poco de lluvia y súbitamente, las cuerdas de una guitarra, el sonido de un violín, una armónica y percusiones dan paso a la luz, al blues y al baile.
La danza comienza y los artistas brincan, dan vueltas, realizan complejas piruetas, se entrelazan, se abrazan, giran, sentados y de pie, sobre su propio eje, semejan bailar en el fondo del mar, recorren a toda prisa el escenario, transforman una silla de ruedas en un fórmula uno y se detienen peligrosamente al borde de la tarima (del precipicio).
Por sobre todas las cosas, se divierten, se observan, se sonríen entre si, disfrutan el rítmo de la música y contagian su alegría.
Al final de la función, que dura entre 40 y 50 minutos aproximadamente, los y las artistas saben el efecto que sus movimientos, la historia y la coreografía causan en el espectador, y se atreven a platicar con un público que a todas luces, no puede articular palabra alguna. Y no es para menos. La coreografía, escrupulosamente cuidada, es hermosa, y junto con la música de fondo, mezcla de jazz y blues, el cuadro que se forma resulta altamente estético, homogéneo, rítmico... Mágico.
En entrevista con Enfoque, Ísal koll, quien comenzó como asistente de la compañía y no pensó en bailar, menciona que cualquier persona que pueda sentir, puede bailar.
El sistema, menciona Ísal, surge a partir que Alito Alessi, a mediados de los 80, organiza una clase abierta, y para su sorpresa llegaron veteranos de la guerra de Vietnam. Mucha gente en silla de ruedas asistió, y decidió asumir el desafío. Con el tiempo, se fue desarrollando un método con reglas, principios y preceptos que se deben de respetar.
El propósito de Danceability es divertirse y bailar sin hacer distinciones ni de edad, ni de supuestas capacidades o discapacidades evidentes o no evidentes. Dentro del grupo, menciona, todos aprenden de todos.
Los movimientos de un compañero o una compañera, continúa, se van tomando y se copian para ponerlos en práctica en las coreografías y, de esa forma, se enriquece todo el equipo.
Es un proyecto educativo, de integración, que empieza por el teatro y por el espectáculo, pero el propósito fundamental es que se extienda a toda la sociedad, que podamos convivir todos, seamos como seamos. Se trata que las diferencias nos unan”.
La primera vez que llegó Vito a México fue en 2004, posteriormente, dos maestras de la escuela Nelly Campobello, Leticia Peñaloza y la maestra Valentina, y Lourdes Arroyo, la directora artística de Danceability Internacional México se capacitaron en el método de danza. El año pasado, en una de las visitas de Alessi, es cuando formalmente se le da vida al proyecto en el país.
Una amiga muy cercana de Alito Alessi tuvo un papel muy importante para la conformación de la compañía de danza Danceability Internacional. Marisa, mujer de más de 90 años y Uruguaya de nacimiento muere en 2004, dejando un testamento con la condición de que el dinero fuera usado para expandir el proyecto Danceability por toda Latinoamérica, formándose así las diferentes sedes en Uruguay, Brasil, Argentina, México y Chile.
A principios del 2009, continúa Ísal, quien paso de asistente a bailarín del proyecto, se decidió montar la obra, “…se trabajó duro y hubo algunos contratiempos. La obra se iba a estrenar originalmente en mayo, pero la epidemia de influenza humana impidió que la temporada comenzara a tiempo".
“La gente acaba conmovida. Hay mucho prejuicio y preconcepto de que la obra va a ser muy fuerte ver a alguna persona con algún tipo de limitación, y mucha gente de entrada no quiere venir, pero cuando están se borra eso. Dejan de ver si somos grandes, chiquitos, gordos, flacos, gueros o morenos.” “...Eso es lo rico, se trata de borras las diferencias dentro y fuera del escenario”.
En cuanto al proyecto educativo, Lulú Arroyo, la directora artística, menciona que el maestro se debe adaptar a las condiciones que se presenten a la clase.
Se puede trabajar con cualquier discapacidad: retrasos mentales, parálisis cerebral, amputaciones, niños con autismo, personas ciegas, personas sordas.
Incluso niños y personas de la tercera edad pueden integrarse al equipo. El método se adapta a cualquier persona.
La otra ventaja, continúa Lulú, es que todos en el grupo cuentan y son parte del grupo, lo que hace que las clases sean muy cómodas. Especialmente subrayó que las clases no son terapéuticas, no se trata de rehabilitar, ni de realizar terapia grupal, esa no es la finalidad de Danceability, sino ser un proyecto artístico.
Los cursos que imparte Danceability son en el CNA, en el tercer piso del edificio de danza, los jueves de 6 a 7 y media de la tarde y los sábados de 10 a 11 y media de la mañana, en La ex Esmeralda, en San Fernando 14, a la vuelta del metro Hidalgo. Las clases son abiertas y tienen un costo de recuperación de 50 pesos.
** Danceability se presenta en el teatro Sergio Magaña, (Sor Juana Inés de la Cruz 114, Col. Sta. María La rivera, a unas cuadras del metro San Cosme)
Fechas: Del 16 de Octubre al 1 de Noviembre
Horarios: Viernes 20:00 horas; Sábados, 19:00 horas; Domingos, 13:00 horas.
Costo: $60.00 pesos. 50% de descuento a estudiantes y maestros con credencial e INAPAM.
No hay comentarios:
Publicar un comentario