Como un domingo entre semana se observan las calles de la famosa colonia Condesa, céntrica zona de la ciudad de México donde lo mismo se puede tomar un café mientras se compra un libro, o visitar algunas de sus exóticas boutiques que en sus aparadores lucen objetos modernos, hindúes, hippies y esotéricos.
Este lugar de gustos eclécticos es el favorito de cientos de capitalinos. Su vida nocturna nunca duerme, sin embargo a una semana de la amenaza de la influenza humana, en los andadores de este conjunto urbano y comercial, reina el silencio.
En los más de 150 establecimientos comerciales de la colonia se respira un vacío indolente que ni el mismo desasosiego llena. Muchos negocios prefieren no dejar pasar la última oportunidad de venta y asoman sus letreros de “se vende comida para llevar” con la esperanza de que al menos un cliente boquiazul se acerque y les haga el día.
Hace una semana por la noche, la tienda Mission Brand ubicada en la calle Michoacán, regalaba a la gente ron con refresco de cola en vasos desechables como parte de su fiesta de aniversario. El festejo llegaba hasta la banqueta, donde los jóvenes brindaban con una alegría perdurable. Ahora, el mismo punto de encuentro, se haya con un silencio fantasmal.
Los dueños de estos comercios son los más preocupados. Siguen las recomendaciones de los medios de comunicación y la alerta emitida por el Gobierno del Distrito Federal de mantener sus establecimientos cerrados. Sin embargo, esperan que la situación mejore y puedan volver a sus labores cotidianas. “A ver que pasa”, se les escucha decir, esperando no verse muy perjudicados por esta eventualidad.
“Las ventas cayeron un 80%” dice María Hernández, encargada del restaurante Frankfurt de la calle Tamaulipas, que desde el domingo por la tarde tuvo que cerrar, justo cuando en días habituales, la gente consume más. “La venta generalmente la tenemos en fines de semana y hasta la noche”, dice.
En otros establecimientos optaron por aprovechar los días de asueto para dar mantenimiento a sus negocios. “Mejor nos pusimos a pintar”, comenta el administrador de un restaurante de comida argentina, quien asegura que han sido días muy malos en consumo.
Lugares como la “cafebrería” El Péndulo sólo mantienen su librería abierta. Las actividades artísticas se han cancelado, así como su servicio de restaurante. A inicios de este mes se presentaría el cantante Fernando Delgadillo, concierto que tuvo que ser aplazado para los primeros días de junio. “Estamos a la expectativa”, dice Arturo Rodríguez gerente de esta sucursal. “Han bajado las ventas en un 90%; el lunes todavía había gente y más o menos la libramos, pero ahora, esto sí nos está pegando duro”, comenta.
En el restaurante la Garufa los empleados prefieren no asistir, esto lo asegura el encargado del negocio. “No hay trabajo, la situación está muy grave. Mucha gente depende económicamente de este lugar; meseros, cocineros, los que atienden la oficina. Hoy hemos vendido sólo 200 pesos” afirma sin aliento.
El titular de la Secretaría de Gobierno del D.F. José Ángel Ávila, informó que a todos los meseros se les dará un apoyo de 50 pesos diarios, y a los negocios se les entregará un manual de orientación económica para ayudarles a salir de este periodo de riesgo. Eduardo Rangel, gerente del bar Pata Negra, escéptico comenta que están enterados de este apoyo, pero hasta el momento no les ha llegado ninguna información.
Detrás de las ventanas de estos negocios paralizados, los meseros observan la tele sin apuro. El servicio de valet parking de los cafés, restaurantes y clubes nocturnos, no es una necesidad en estos días. Mesas que comúnmente ocupaban las anchas banquetas, se encuentran arrinconadas dentro de los locales. Y la gente, abrumada, camina con un cubre bocas que se ha convertido en un accesorio personal imprescindible como medida de protección por la actual contingencia epidemiológica que no deja de sonar alarmante en los diferentes medios de comunicación.
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